Gustavo Pardo atiende detrás del mostrador del Gran Hotel España, en un edificio de 90 años que conoció épocas de mayor esplendor, a metros de la Avenida de Mayo. Lleva dos décadas como encargado y conserje, trabajo que heredó de su padre, descolgando y colgando llaves de habitaciones en un gran mueble de madera que tiene a sus espaldas. “Te imaginarás que vi pasar de todo... cantidad de pasajeros extraños”, dice a LA NACION. Pero hubo un huésped que sin haber pisado siquiera el hotel, le llamó la atención. Tanto que lo motivó a hacer una llamada.